sábado, 1 de septiembre de 2012

Material de apoyo para el Segundo Eje temático - Renacimiento y Barroco

Material de Apoyo para el Segundo Eje temático:
“Belleza y juventud”

Contexto de autores y textos. Género Lírico y Género Dramático

a.     Soneto XXIII, de Garcilaso de la Vega: Renacimiento (s. XVI)

Renacimiento

Tradicionalmente, se toma el final de la Edad Media (siglo XV) como el inicio del período renacentista.
El Renacimiento toma su denominación de la propia conciencia que los hombres de esta época tenían acerca de que protagonizaban un “re-nacimiento” que implicaba un deseo de renovación de las Artes basado en el espíritu clásico (una de las principales características del Renacimiento es su rescate de aspectos básicos del arte de la Antigüedad greco-latina, tales como el sentido de equilibrio y proporcionalidad muy visibles en la pintura, por ejemplo)

Concepto de belleza

La evolución del arte renacentista se articula en un proceso general de racionalización. Por “bello” se entiende la concordancia lógica entre las partes singulares de un todo, la armonía de las relaciones expresadas en un número, el ritmo matemático de la composición, la desaparición de las contradicciones en las relaciones entre las figuras y el espacio, y las partes del espacio entre sí.

El Renacimiento se origina en Italia

El Renacimiento “temprano” es un movimiento esencialmente italiano, mientras que el Renacimiento “pleno” es un movimiento común a toda Europa.

Importancia de la naturaleza

Podemos empezar por considerar que nuestra concepción del mundo, naturalista y científica, es esencialmente una creación del Renacimiento. En el Renacimiento, el hecho notable no era que el artista se fuese convirtiendo en observador de la naturaleza, sino que la obra de arte se hubiera transformado en un “estudio de la naturaleza”.

El hombre centra su mirada en la existencia humana y en la “vida terrenal” (antropocentrismo)

A medida que la sociedad y la economía se liberan de las cadenas de la doctrina de la Iglesia, el arte se vuelve también con rapidez progresiva hacia la realidad. Este es uno de los aspectos más característicos y diferenciadores del Renacimiento por contraste con la Edad Media (concepción teocéntrica, Dios en el centro de la existencia humana).
Esto no debe hacernos pensar que el hombre renacentista es un hombre incrédulo, sin fe. Las ideas sobre la salvación, el más allá, la redención y el pecado original, que llenaban la vida espiritual del hombre de la Edad Media, pasan a ser “ideas secundarias”, pero no se puede hablar en modo alguno de la carencia de todo sentimiento religioso en el Renacimiento. Se atacaba al clero, pero se respetaba a la Iglesia como institución, y a medida que disminuía la autoridad de esta se la sustituía por la de la Antigüedad clásica.

Desarrollo del Humanismo

Corriente filosófica de pensamiento que basa sus reflexiones en la situación y el destino del hombre en el universo.
Aplicado a la literatura, esto implica una exaltación de las facultades humanas tales como la razón pero también los sentimientos y los instintos.
Asimismo, como decíamos antes, se puede verificar una valoración de la vida terrena por encima de la sobrenatural.

 

Ascenso de la burguesía e intenso desarrollo del comercio: incentivo del individualismo

A finales de la Edad Media, el feudalismo, común a todo el Occidente, y la caballería internacional; la Iglesia universal y su cultura unitaria, son sustituidos por la burguesía nacional con su patriotismo ciudadano (se privilegia una identidad más diferenciada, por contraposición a la universalidad medieval), sus formas económicas y sociales distintas en cada lugar; las esferas de interés estrechamente limitadas de las ciudades y las provincias, los particularismos de los principados y la variedad de las lenguas nacionales.

b.     “El juez de los divorcios”, de Miguel de Cervantes Saavedra: Siglo de Oro español, Barroco (s. XVII)
Barroco

Podemos decir que el Barroco se ubica entre fines del siglo XVI y gran parte del siglo XVII.
La palabra barroco empezó a utilizarse en el dominio de la arquitectura para designar un estilo caracterizado por la complicación de las formas, la irregularidad de las líneas y el juego con el espacio. De allí empezó a aplicarse en otros ámbitos artísticos, como la escultura, la pintura, la música y la literatura. En todos los casos se alude a una ruptura del equilibrio, que había sido el ideal del Renacimiento.

Renacimiento y Barroco
El barroco artístico contrasta abiertamente con el ideal de armonía, proporción y medida que impulsó el Renacimiento.
Frente al clasicismo renacentista (que retomó las normas “clásicas” del arte de la Antigüedad griega y latina); el Barroco valoró la libertad absoluta para crear y distorsionar las formas, la condensación conceptual y la complejidad en la expresión. Todo ello tenía como finalidad asombrar o maravillar al lector.

La exageración como uno de sus rasgos principales
El Barroco se caracteriza en el arte por un gusto por lo desmesurado e hiperbólico como tendencia a superar todo límite. Esto se combina muchas veces, en la literatura, con una búsqueda de recursos y expresiones rebuscados que generan determinado “efecto” complicado y artificioso.
En el plano más amplio de una concepción del hombre y de la realidad, estas características “formales” se combinan con una visión sensualista del hombre exaltado por sus pasiones; en el sentido amplio del término.

El Manierismo como una “bifurcación”  del Barroco
El Manierismo es el estilo artístico de un estrato cultural esencialmente internacional y de espíritu aristocrático; el Barroco temprano, lo es de una dirección espiritual más popular, más matizada nacionalmente.
Se suele asociar la noción de maniera a un ejercicio artístico rebuscado y artificioso.
Fundamentalmente, el Manierismo es la disolución del objetivismo renacentista, la acentuación del punto de vista personal del artista y la experiencia personal del espectador.

Temas en cada uno de los textos y vínculos con el Eje temático: “Belleza y juventud”

            En el soneto XXIII, de Garcilaso de la Vega, el tema del soneto aparece con claridad en el primer terceto, y en la expresión: “Coged de vuestra alegre primavera/ el dulce fruto”. Esta idea ya estaba planteada en el poeta latino, Horacio (65 A.C. – 8 A.C.), y él la había plasmado en la sentencia “Carpe Diem”, que significa “aprovecha el día”. La vida es corta, pasa más rápido de lo que el hombre cree  y, especialmente en el Renacimiento, esa percepción era muy clara. Por más que el hombre luche contra el pasaje del tiempo, éste es implacable en su camino a la muerte. Cuando se llegue al Barroco esta idea se va a gritar con mayor violencia y angustia.
A su vez, la juventud, como etapa de la vida de máximo potencial aparece metaforizada en la “primavera” y en los cuartetos se toma como eje de esa imagen de juventud a una mujer y su belleza ideal, cercana a la perfección.
            En el entremés “El juez de los divorcios” y específicamente en el caso de Mariana y el vejete, se puede observar con claridad que uno de los temas centrales es la situación de la mujer en la sociedad de la época y la reivindicación de su libertad y libre albedrío. Sobre este punto, debe tenerse en cuenta que en los siglos XVI y XVII la mujer era considerada mayormente como una “propiedad” que, al casarse, quedaba bajo las órdenes y voluntad de su marido. Esta obra de teatro hace que nuestro eje temático se centre en la figura femenina, también en este caso, joven y en la plenitud de la vida. Mariana intenta recuperar su libertad solicitando el divorcio de su marido, el “vejete”. Puede observarse un subtema en torno a la vida matrimonial desgraciada, los matrimonios infelices; en este caso fundamentalmente debido a la diferencia de edad entre marido y mujer y, por ende, a las diferentes etapas de la vida en que se encuentra cada personaje, tomándose el estado de salud del “vejete” como uno de los principales argumentos que utiliza Mariana para solicitar el divorcio.